En las aulas preescolares y centros de cuidado infantil actuales hay niños con diversas necesidades. Los niños que se encuentran en estos espacios pueden variar según su edad, su nivel de desarrollo, los idiomas que hablan, su estatus socioeconómico y sus características y preferencias individuales. Huelga decir que esto no le sorprenderá a ningún educador de la primera infancia. Pero a pesar de estas diferencias, con frecuencia tenemos objetivos comunes para todos los niños en cierto ambiente de aprendizaje. En un salón de clases preescolar podríamos enfocarnos en los resultados de aprendizaje en temas académicas o experiencias compartidas como la junta de la mañana o el juego en centros. Podríamos valorar las experiencias comunes como en la hora de comer o las excursiones, o tener expectativas para las destrezas de auto-ayuda como comer o vestirse independientemente.
Estos objetivos comunes podrían ser difíciles de alcanzar cuando los niños de un grupo varían en cuanto a sus niveles de capacidad. Por ejemplo, uno de los niños de un salón de clases tal vez no tenga las habilidades necesarias para participar plenamente en una actividad de aprendizaje. Otro niño podría tener dificultades con destrezas de auto-ayuda como ponerse el abrigo antes de salir afuera a jugar. En este caso, las reacciones comunes de los adultos muchas veces caen en una de dos categorías. Vamos a considerar estas opciones en un aula.
- Una reacción inicial común es proveer el apoyo de los adultos. Si un niño no puede completar independientemente una actividad en un centro de actividades, la maestra podría asignarle a cierto adulto acompañar al niño y darle instrucciones paso a paso, redirigirlo o guiarlo físicamente, por ejemplo, ayudándolo poniendo las manos sobre las del niño.
- Otra reacción común es quitar al niño de la actividad. Si un niño no puede realizar sin ayuda alguna actividad en los centros, la maestra podría sugerir que escoja otra actividad y pedirle que vaya a otra parte del aula luego de observar sus dificultades.
De estas dos opciones, ninguna es ideal. En el primer caso, el apoyo de un adulto puede ayudar al niño a dominar cierta habilidad, pero esto tiene su costo. La dirección constante de un adulto no es un plan sostenible a largo plazo. Si el adulto realiza la actividad a favor del niño cada vez, el pequeño no domina las destrezas ni experimenta la actividad de manera parecida a sus compañeros. Por ejemplo, un maestro quizás necesite ayudar a un niño a cerrar la cremallera del abrigo poniendo las manos sobre las del pequeño. Pero si el adulto abrocha el abrigo del niño todos los días, con el tiempo el niño pierde no solo la independencia que podría ganar sino también la camaradería de la experiencia compartida, lo que también pueden impedir sus interacciones con otros niños. Con todo esto, cuesta mucho esfuerzo trabajar o jugar con un compañero que está siempre pegado a un adulto.
La segunda opción, quitar al niño de la actividad, no es ideal tampoco. Considere los sentimientos de una niña a quien quitan de un centro de bloques donde hay mucho juego animado porque no puede construir cosas con los bloques Lego. Las actividades en las aulas, especialmente las compartidas, deben de estar abiertas a todos. La exclusión de una persona no es equitativa y disminuye el estatus de la misma como miembro importante de la clase. También es probable que la niña se pierda algo que le gustaría si pudiera participar con éxito.
Afortunadamente, existen otras opciones. En una serie de entradas futuras vamos a tratar estas opciones, llamadas modificaciones en el currículo, que son cambios pequeños en la manera de que presentamos o realizamos una actividad instructiva sin cambiar el propósito ni el objetivo fundamentales de la misma. En esta próxima, vamos a explorar diversos tipos de modificaciones del currículo.
Emily Dorsey
La Dra. Emily Dorsey (edorsey@illinois.edu) es directora del Proyecto Illinois Early Learning. Obtuvo su doctorado en educación especial de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign en 2015. Ha trabajado de maestra de educación especial de la primera infancia y consultora educativa, y más recientemente fue profesora en la Universidad de Nebraska en Lincoln.
Biografía actualizada en 2020