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El aprecio de los tesoros de los niños puede crear muchas oportunidades de aprender

Fecha de publicación original:

Child collecting seashells

Cuando lees la palabra tesoro, ¿qué imágenes te vienen a la mente? Con frecuencia se considera que algo es un tesoro si tiene algún valor monetario. Tal vez se te ocurran diamantes, monedas de oro o una muñeca delicada de porcelana. Fotos de la familia, cartas o colchas de parches también pueden considerarse como tesoros. Los adultos tenemos nuestras ideas sobre lo que constituye un tesoro – algo que apreciamos, atesoramos y valoramos.

Las definiciones de adultos sobre las cosas que se aprecian como tesoros pueden ser bien diferentes de lo que un niño estimaría en tal grado. Los niños encuentran tesoros por todas partes. Algunos tesoros que emocionan a los niños son lentejuelas centelleantes para un proyecto de artesanía, piedritas, piñas, semillas, juguetes queridos o una cobija que está hecha un trapo. Los objetos que se llaman la atención de los niños a veces son bien distintos de aquellos en que nos enfocamos los adultos.

Se puede aprovechar la motivación y el deseo natural de los niños por aprender cuando los adultos decidimos seguir adonde los niños quieren ir mientras exploran. Con los objetos que encuentran en sus entornos, los niños tienen un deseo natural de clasificar, ordenar, describir y escribir sobre sus descubrimientos. Estos objetos a veces se llaman “partes sueltas” que se pueden incorporar a materiales más tradicionales de las aulas, como bloques u objetos de las áreas de juego dramático. También pueden estimular en los niños la creatividad.

En la primavera de 2014 tuve la buena fortuna de viajar, junto con otros educadores infantiles, a Pistoia y Reggio Emilia (Italia). Allí visitamos los centros municipales para la primera infancia. En dichos centros observé los ejemplos de maestros que sacaban provecho de los tesoros que los niños habían descubierto, y que animaban a estos a incorporarlos a sus actividades de jugar y aprender. Una de las escuelas que visité era La Coccinella, programa para niños entre los 3 y 6 años de edad.

Mis compañeros del viaje y yo notamos que en cada salón de clases había un estante lleno de cajas pequeñas de cartón etiquetadas con los nombres de los niños. En el aula de los niños de 4 años, las maestras nos permitieron echar una ojeada a algunas, y nos deleitaba ver que los niños las utilizaban para atesorar los objetos que habían recogido. Las cajas estaban llenas de objetos naturales como piedras, conchas de mar y piñas. También vimos muñecas chiquitas, carros de juguete y otros objetos pequeños atesorados, como monedas y canicas.

Al mirar algunas obras de los niños que estaban exhibidas en el aula, vimos materiales parecidas. Por ejemplo, en una exposición los niños habían arreglado piedras y conchas según su tipo, color y tamaño. Por medio de esta obra, los niños habían desarrollado varias habilidades principiantes de la matemática, como por ejemplo contar, crear y reconocer grupos con atributos similares, y comparar los atributos de objetos.

Otra disposición impresionante era todo un pueblito de los cuentos de hadas que los niños habían construido de arcilla, materiales reciclados y muchos tesoros como monitos y juguetitos que habíamos visto en las cajas de tesoros de la clase. El pueblo mágico les brindó la oportunidad de contar y dictar cuentos, y los niños utilizaron sus habilidades emergentes de escritura para etiquetar lo que habían elaborado.

Me pregunto qué tipo de oportunidades de aprender podemos crear para los niños con tesoros en nuestros salones de clases y hogares de cuidado y en casa. El primer desafío es el de estimar como tesoros las perspectivas de los niños. Podemos “agarrar la honda” de lo que les fascina. Y también proporcionar recipientes y espacios para que coleccionen objetos, apuntar las palabras de los niños y animarlos a usar sus destrezas iniciales de escritura para etiquetar sus colecciones. Podemos dejar que jueguen con los objetos, y traer varias cosas para que las exploren en actividades de grupos pequeños en vez de usar manipulativos fabricados.

Hasta los niños de 8 meses a 2 años pueden unirse a las exploraciones gozosas de tesoros, con tal que planeemos para su seguridad. Cajas, recipientes, tapas grandes de plástico, bufandas, tazas de medir y cucharas pueden dejarse para el descubrimiento en canastas o cajas especiales para tesoros en las áreas de juego. Además, se podría animar a los niños mayores a crear una canasta de tesoros para bebés y niños menores de 3 años. Con la orientación de ustedes, los maestros, pueden clasificar primero los objetos como seguros para bebés (por ej., sin bordes afilados y con un tamaño suficiente como para prevenir el atragantamiento) o poco seguros (muy pequeños o con partes puntiagudas o afiladas) y luego según otros atributos, como el material de que están hechos los objetos o su color.

Rebecca Swartz

Rebecca Swartz

La Dra. Rebecca Swartz es profesora auxiliar en la Facultad de Enseñanza y Aprendizaje de Southern Illinois University en Edwardsville. Imparte cursos del programa de estudios de educación infantil sobre los temas de lenguaje y lectoescritura iniciales, matemáticas principiantes y colaboración con las familias. Antes de ser profesora en SIUE fue especialista en aprendizaje infantil de varios proyectos estatales para la primera infancia en la Facultad de Educación Especial de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.

Sobre este recurso

Este recurso va dirigido a:
  • Hogar
  • Hogares-de-cuidado; Cuidado de niños en familia
  • Centro de cuidado infantil
  • Programa preescolar

Tipo de programa al que el artículo va destinado:
  • Padres, madres y familiares
  • Profesores e instructores

Edad de los niños sobre los que trata el artículo:
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Revisado: 2022