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El significado que los títeres pueden tener para los niños, Parte 2

Fecha de publicación original:

children with puppets

El blog de octubre analizaba algunas funciones de los títeres en salones de clases. Esta vez voy a analizar más a fondo lo que algunos llaman “los usos psicológicos del niño” para los títeres.

Los especialistas en terapia infantil nos dicen que los títeres –en particular diversos títeres de animales– pueden simbolizar ciertos sentimientos o ciertas relaciones, por lo que son materiales clave en un salón de juego terapéutico. Aunque no deseo fomentar que los maestros actúen como terapeutas del juego (a menos que tengan las credenciales apropiadas), algunas de mis experiencias en los salones de clases sugieren que las maneras de que los niños utilizan títeres pueden a veces arrojar luz sobre lo que sienten.

Por ejemplo, en una clase de niños enérgicos y amistosos de 4 años, se notaba que Nicky con frecuencia pegaba a sus compañeros de clase sin ningún motivo aparente. El desarrollo del lenguaje del niño era normal, y no estábamos al tanto de ninguna situación fuera de la escuela que pudiera llevarlo a pensar que los golpes fueran un modo de llamarse la atención ni de resolver problemas.

Cierto día a la hora de limpieza, mientras yo recogía materiales restantes después de una actividad de artes, Nicky estaba cerca con un títere suave de canguro en las manos. Me llamó la atención y me mostró hablándome en voz bajita que un “monito” de plástico estaba escondido en la bolsa del canguro—porque estaba “asustado de los gigantes”. Le pregunté: —¿Qué hacen los gigantes? —Hacen ruido —dijo y miró hacia un grupo grande de niños que con mucho estrépito colocaban los bloques en un estante. —Pisan fuerte con los pies.

Le conté esto a mi co-maestra. Especulábamos que tal vez Nicky describía la experiencia de ser él en nuestro salón de clases. Tal vez, en un salón grande y lleno de sonidos y movimientos, los demás niños no eran compañeros sino un montón de criaturas ruidosas. Tal vez se sentía abrumado. Como la figurita que había metido al marsupio del canguro, deseaba un lugar tranquilo y seguro. Tal vez las pegadas eran su manera de alejar a los  “gigantes”.

Decidimos que una de nosotras se quedaría cerca de Nicky cuando la clase estaba especialmente activa y que le hablaríamos con calma. También nos dimos cuenta de que habíamos dado por sentado que los niños ya se conocían bastante bien. Pero Nicky no parecía conocer a sus compañeros, así que nos fijamos en enseñar juegos grupales en que se utilizaban los nombres de individuos. Para el descanso del invierno, Nicky ya no pegaba a sus compañeros de clase. No podemos aseverar con certeza que nuestras tácticas lo ayudaran –tal vez se dio cuenta de por sí de que los demás niños no le presentaban ninguna amenaza– pero sí sé que el títere le permitió a Nicky decirme algo importante. En aquel momento no era yo plenamente consciente de los significados psicológicos potenciales de los títeres, pero me he resuelto a poner siempre el títere de Mamá Canguro a la disposición de los niños durante el tiempo de elección libre.

Después de algo de preparación profesional en terapia de juego, cuando ya sabía más sobre el uso de títeres como metáforas de los sentimientos, me aseguré de incluir más títeres de mano en el salón de clases. Compartía a propósito títeres que, según decían nuestros profesores, serían relevantes para las cuestiones social-emocionales comunes entre los niños preescolares: las relaciones de apego y la independencia, el temor y la agresión, la ansiedad social. A mi parecer era probable que, aun si un niño no le mostraba al maestro los cuentos que contaba con los títeres, sacaría provecho de poder imaginarse un juego en torno al tema, sea el que sea.

Las relaciones de apego y la independencia. Originalmente, el canguro tenía una cría suave y chiquita, del tamaño de un dedo, que estaba atada a la bolsa de su mamá con una cuerda elástica de 10 pulgadas (25 cm) de largo. La cría podía acurrucarse en la bolsa, o salir a buscar aventuras en el mundo; pero no podía ir muy lejos. Desde una perspectiva de la terapia del juego, estos dos títeres invitan a los niños a jugar en torno al apego y la independencia de los seres queridos. No me sorprendía que la cuerda elástica a veces se rompiera cuando un niño de 4 años necesitaba que la cría se escondiera de su mamá; mis remiendos nunca duraban mucho.

El temor y la agresión. Un títere popular era un caimán con dientes que en realidad eran una cremallera fuerte que podía cerrarse; o para hacer inofensivo al animal, o para hacerlo tragarse un juguete pequeño. Para los niños preescolares que todavía aprendían a regularse a sí mismos cuando estaban asustados o enojados, ese caimán podía simbolizar una emoción o experiencia poderosa que amenazaba con abrumarlos. Pero el cierre les permitía algo de control; podían rescatar lo que el caimán se hubiera comido, o podían mantener bien cerrada esa boca peligrosa. Los caimanes, junto con las culebras y los tiburones, tienen fama de acercarse a hurtadillas a sus víctimas. A algunos niños les interesaban más los títeres que podían representar una agresión más abierta y feroz, como un dragón o un tiranosaurio.

La ansiedad social. Un erizo real no es muy sociable y puede curvarse cuando se siente ansioso. A veces uso un suave títere de erizo pardo, llamado Rugby, para atraer a niños a escuchar la lectura de un libro, así como mi tía usaba su títere “muy tímido” del conejo Wiggin (descrito en el blog del último trimestre). Cuando Rugby tenía mucha ansiedad, un cierre de velcro lo ayudaba a mantenerse acurrucado. Los niños a veces querían tomar un turno para tranquilizar al erizo cuando se sentía tímido o ansioso. De vez en cuando un niño angustiado pedía tener Rugby durante un rato, lo cual parecía ayudarlo a superar los momentos difíciles.

Es imposible predecir cómo niños individuales responderán a ciertos títeres en particular. Puede ser que algunos no les presten ninguna atención. Otros se sentirán atraídos hacia ellos y crearán cuentos que incluyen un títere, sea a solas, con amigos o con un adulto. Cuando los títeres están disponibles en los salones de clases, se les ofrece a los niños la oportunidad de inventar juegos que traten cuestiones sociales y emocionales de importancia en sus vidas. Los maestros hemos de tener presente que no siempre es necesario saber cuáles cuentos un niño está contando con títeres; aunque al estar presentes y atentos cuando quiere contarnos su juego con títeres, es posible que aprendamos cosas importantes sobre cómo experimenta el mundo.

Jean Mendoza

Jean Mendoza

Jean Mendoza tiene un doctorado en currículo e instrucción y una maestría en educación infantil de de la Universidad de Illinois, y una maestría de artes en psicología de consejería de la Universidad Adler de Chicago. Fue profesora de formación docente de educación infantil en la Universidad Millikin, y trabajó por más de 25 años como maestra, trabajadora social y consejera. Colaboró recientemente con la Profesora Debbie Reese en una adaptación para lectores jóvenes de An Indigenous Peoples’ History of the United States, escrito por Roxanne Dunbar-Ortiz. Desde hace mucho tiempo la Profesora Mendoza se interesa en la literatura infantil, lo que se ve reflejado en sus repasos de libros para niños como los que aparecen en el libro A Broken Flute y en el blog American Indians in Children’s Literature. Jean y su difunto esposo Durango tienen cuatro hijos, ya adultos, y seis nietos. Ella vive en Urbana (Illinois).

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Sobre este recurso

Este recurso va dirigido a:
  • Hogares-de-cuidado; Cuidado de niños en familia
  • Centro de cuidado infantil
  • Programa preescolar

Tipo de programa al que el artículo va destinado:
  • Padres, madres y familiares
  • Profesores e instructores
  • Maestros y proveedores de servicios

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