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¡Pasó algo!”. Cómo comprender el estrés extremo y el trauma en los niños pequeños

Fecha de publicación original:

child hiding

Los profesionales del cuidado y educación de niños pequeños sabemos que aun los niños muy pequeños pueden hallarse en situaciones abrumadoras que les hacen frente en sus vidas.

Según National Child Traumatic Stress Network, para la edad de 16 años, un 25 por ciento de los niños experimentarán un evento posiblemente traumático, como un desastre natural, enfermedad o lesión grave, violación, asalto físico, violencia en la familia o la comunidad, estrés relacionado al terrorismo o la guerra, o la pérdida repentina de un cuidador o un ser querido.

Quizás un niño de la clase de usted haya hablado sobre vivir momentos muy difíciles. O tal vez el comportamiento del pequeño le hace sospechar que le haya pasado algo malo, pero usted no sabe qué.  En cualquier caso, es posible que no se sienta muy bien preparado para ayudarlo.

Cuando yo daba clases a niños pequeños, había varios momentos en que mis colegas y yo queríamos ayudar a un niño obviamente angustiado pero no estábamos seguras sobre qué hacer.  Para mí, un buen primer paso era informarme sobre el estrés y el trauma en los niños en general.

La presente entrada es la primera de dos en mi blog sobre este tema.

Maneras de ver el estrés y el trauma en la infancia

El concepto de experiencias adversas en la infancia, o ACE (siglas en inglés), arroja luz sobre el efecto que tienen algunos eventos en el bienestar mental y emocional de los niños. Los ACE son “eventos estresantes o traumáticos que ocurren durante los primeros años de la infancia o mediante la exposición crónica.” La categoría de ACE no cubre todos los eventos posiblemente traumáticos, pero familiarizarse con el concepto es un buen comienzo para comprender el trauma durante la niñez.

La vida diaria de un niño puede estar llena de cosas que le provocan un estrés leve, como conocer a nuevas personas, tratar de hacer algo que se le hace difícil o padecer de un resfriado. Los niños por lo general se superan a todo esto por su propia cuenta o con un poco de apoyo de los adultos en sus vidas.

El estrés tolerable, o sea soportable, es más serio y tiende a estar relacionado a eventos poco frecuentes, como desastres naturales, enfermedades o lesiones graves o alteraciones en la vida familiar. Con el tiempo, y con el apoyo de las personas allegadas, la mayoría de los niños pueden manejar estas experiencias o recuperarse.

El estrés tóxico implica la adversidad grave, frecuente y/o prolongada, como el abuso continuado, el descuido crónico, el abuso de drogas o alcohol o una enfermedad mental en un cuidador, la exposición a la violencia, la pobreza familiar o la falta de vivienda. Un factor clave en el estrés tóxico es la combinación de eventos posiblemente traumáticos y la ausencia de un buen apoyo para el niño dentro de la familia o la comunidad, por lo que se le hace difícil, a no ser imposible, lidiar con el problema. La investigación nos enseña que el estrés tóxico puede lastimar el desarrollo cerebral de los niños y su salud física y mental general.

Los seres humanos, inclusive los niños, tenemos reacciones biológicas innatas que nos ayudan a sobrevivir a eventos peligrosos. Peleamos, nos huimos o nos quedamos como paralizados. Todas estas reacciones provocan cambios intensos y temporales en el cuerpo. Cuando el evento estresante haya terminado o cuando se nos ayuda, nuestros cuerpos y nuestras mentes ya no necesitan este estado de “alerta máxima”. Pero si percibimos un peligro continuo, o si no hay ningún apoyo disponible, el estado de alerta máxima también continúa. En una situación de estrés tóxico, un niño se queda en alerta máxima aun después de que se acabe el peligro percibido. Así que puede estar preocupado o agitado aún cuando a las personas que están cerca de ellos les parece que sus entornos son seguros o tranquilos.

Usted probablemente ha escuchado en término PTSD (siglas en inglés de Trastorno por estrés postraumático). PTSD es un diagnóstico específico, una condición en que (entre otros criterios) la reacción traumatizada de la persona dura más de seis meses después del evento estresante. Es posible que se diagnostique el PTSD a los niños, pero por lo general no se lo diagnostica a la mayoría de los niños que experimentan un evento posiblemente traumático. No obstante, todavía pueden estar muy angustiados y necesitar más apoyo.

Otro término relevante es trauma and stressor-related disorder (TSRD, o Trastorno relacionado al trauma y factores de estrés). La 5ª edición del manual diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría (Diagnostic Statistical Manual, quinta edición o DSM-5 de American Psychiatric Association), clasifica el PTSD como un tipo de TSRD.

Usted quizá se sorprenda al aprender que American Psychiatric Association ¡no siempre ha tomado en consideración los factores del desarrollo infantil en la diagnosis de PTSD! El DSM-5, editada en 2013, por primera vez cambió algunos de sus criterios de PTSD en niños de 6 años de edad y menores de acuerdo con el conocimiento sobre el desarrollo infantil. Esto representa el verdadero progreso. Anteriormente, el diagnóstico dependía de los mismos criterios que se utilizaban con los adultos.

Ahora bien, ¿qué es precisamente el trauma?

American Psychiatric Association define el trauma como “una reacción emocional ante un evento terrible como un accidente, una violación o un desastre natural”. Los profesionales de la primera infancia debemos de estar conscientes que la exposición al trauma puede ocurrir de varias maneras:

  • En forma directa: el niño es lastimado personalmente o está en riesgo de ser lastimado.
  • Presenciado: el niño ve u oye que se lastima a otros, especialmente a un cuidador o familiar.
  • En forma indirecta: el niño no está presente en el evento, pero aprende posteriormente que se ha lastimado a una persona allegada.

Los sentimientos relacionados con el trauma

El trauma puede producir sentimientos de horror, impotencia y terror. El sentimiento intenso de amenaza puede abrumarles fácilmente a los niños de modo que no pueden sentirse tranquilos y seguros a causa de lo ocurrido. Pueden llorar, hablar del evento—o volverse silenciosos. Su juego puede reflejar sus sentimientos sobre la experiencia.

Es esencial que entendamos que las reacciones de los niños ante el estrés severo o el trauma pueden ser complejas. No sencillamente “se recuperan” ni “siguen adelante”. Las investigaciones han demostrado repetidas veces que la capacidad de los niños para lidiar con el trauma y recuperarse depende fuertemente de la presencia de factores protectores, como las relaciones con personas cariñosas que le dan apoyo. La capacidad de recuperarse del estrés viene parcialmente desde adentro, pero un niño que se está sanando del trauma necesita que los adultos sean sensibles tanto a la angustia del pequeño como a sus fortalezas interiores.

En una entrada futura, voy a tratar las señales del trauma en niños pequeños y las maneras en que los programas para niños pequeños y los proveedores de cuidado pueden apoyar a los niños que experimentan el trauma.

Jean Mendoza

Jean Mendoza

Jean Mendoza tiene un doctorado en currículo e instrucción y una maestría en educación infantil de de la Universidad de Illinois, y una maestría de artes en psicología de consejería de la Universidad Adler de Chicago. Fue profesora de formación docente de educación infantil en la Universidad Millikin, y trabajó por más de 25 años como maestra, trabajadora social y consejera. Colaboró recientemente con la Profesora Debbie Reese en una adaptación para lectores jóvenes de An Indigenous Peoples’ History of the United States, escrito por Roxanne Dunbar-Ortiz. Desde hace mucho tiempo la Profesora Mendoza se interesa en la literatura infantil, lo que se ve reflejado en sus repasos de libros para niños como los que aparecen en el libro A Broken Flute y en el blog American Indians in Children’s Literature. Jean y su difunto esposo Durango tienen cuatro hijos, ya adultos, y seis nietos. Ella vive en Urbana (Illinois).

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Sobre este recurso

Este recurso va dirigido a:
  • Centro de cuidado infantil
  • Programa preescolar
  • Hogares-de-cuidado; Cuidado de niños en familia

Tipo de programa al que el artículo va destinado:
  • Profesores e instructores

Edad de los niños sobre los que trata el artículo:
Revisado: 2022