Kim Burd y Laura DeLuca
Escuela Primaria John L. Hensey
Washington (Illinois)
2019
El Proyecto de Tubos se realizó en un aula inclusiva de la primera infancia en que se presentan dos sesiones al día; los niños asisten a solamente una. El salón de clases también tiene una maestra auxiliar. El currículo se basa en el juego y en las experiencias. Los temas de estudio se escogen de acuerdo con los intereses de los niños y los objetivos de los planes educativos individualizados (IEL, siglas en inglés). La mayoría de los niños tenían experiencia con varias investigaciones previas antes de comenzar el estudio de tuberías, el cual duró aproximadamente ocho semanas. Los niños ya conocían el proceso de conversar, hacer observaciones, dibujar y usar redes.
Fase 1. El comienzo del proyecto
Una mañana, mientras los niños llegaban y se formaban dentro de los pasillos, un niño miró por debajo del bebedero pequeño y expresó su curiosidad sobre adónde iba el agua o de dónde venía. Otros niños vieron que el primero estaba acostado en el piso para mirar lo que estaba bajo la fuente. Le preguntaron qué veía debajo de la fuente. Más niños se alternaron en mirar debajo y conversaron sobre adónde iba el agua y de dónde venía.
Más tarde aquella mañana y nuevamente por la tarde, empezamos a hacer una red después de caminar por nuestro pasillo. Hicimos observaciones de tuberías y hablamos sobre adónde iba el agua. Los niños expresaron lo que sabían sobre las tuberías a partir de sus observaciones de lugares conocidos. Mencionaron las tuberías que habían visto en sus casas, en la escuela y en varias partes de la ciudad.
Proporcionamos experiencias del juego con agua para los niños a fin de animar su pensamiento sobre las tuberías y de dónde venía el agua. Se pusieron a hacer preguntas y formar hipótesis sobre el lugar de origen del agua. Les suministramos caños reales para que jugaran con ellos, y componentes de juguete para que construyeran sus propios “hacedores de agua”, o sea, fuentes de agua.
Fase 2. El desarrollo del proyecto
Durante nuestras conversaciones, los niños siguieron preguntando: “¿Qué hace el agua?” Decidimos hallar primero los “hacedores de agua” en la escuela. Los niños se agruparon en equipos para realizar encuestas. Hicimos pronósticos sobre cuántos de cada cosa podríamos encontrar en nuestra escuela. Las preguntas de la encuesta incluían las siguientes:
- ¿Cuántos lavabos y fregaderos hay?
- ¿Cuántos inodoros?
- ¿Cuántos bebederos?
- ¿Cuántos orinales? (Este era un nuevo vocablo).
- ¿Tiene la escuela una bañera?
- ¿Tiene la escuela una lavadora?
Enviamos a casa una encuesta sobre tuberías y la plomería. Nos dimos cuenta de que algunos niños de nuestras clases eran hijos de plomeros locales, quienes nos visitaron como peritos invitados a nuestras aulas. Habíamos preparado preguntas para los plomeros según nuestras investigaciones en nuestras casas y en la escuela. Apuntamos las respuestas y correspondimos imágenes con las respuestas a fin de explicar de dónde venía aquella agua y adónde iba.
Los niños les enseñaron a los plomeros lo que habían empezado a construir en el aula con tubos para rollos de toallas de papel y cinta. ¡Los visitantes quedaron impresionados! Permitieron que los niños vieran, tocaran y exploraran todos los materiales y herramientas que se hallan en el camión de un plomero. Los visitantes les dieron a los niños materiales reales, como tubos PVC, caños de plástico, juntas y un grifo para la casa de cartón que habían construido hasta entonces. Nuestros peritos invitados también nos proporcionaron muchas nuevas palabras de vocabulario sobre tuberías y la plomería.
Mientras el proyecto continuaba, lo que más les interesaba a los niños era la construcción de sus propias tuberías y si pudieran pasar “agua” de fantasía por ellas. Aprendimos que si pasáramos agua de verdad por nuestros tubos se desharían. Buscamos por toda el aula y descubrimos cosas sueltas que tal vez pasarían por los tubos. Algunos pasaron y otros se atoraron. Mientras los niños agregaban tubos a la casa de cartón en el aula, aprendieron que los tubos que habían construido eran demasiado largos, demasiado cortos o demasiado torcidos y que había que modificarlos para que funcionaran.
Los niños trazaron y dibujaron diseños coloridos de tuberías. También siguieron construyendo tuberías de agua afuera. Algunos niños diseñaron y construyeron proyectos de tuberías para las necesidades que habían emergido de su juego. Cierto niño hizo una ducha y una bañera para su perro. Otros dos amigos crearon un tubo súper-alto por el que sus pelotas chicas pudieran pasar rápidamente.
Fase 3. La conclusión del proyecto
Durante la última semana del proyecto, volvimos a nuestra red original. La primera cosa que notamos era que los niños habían expandido su vocabulario sobre tuberías y la plomería. También nos dimos cuenta de que podían hablar sobre el tema utilizando estructuras gramáticas más complejas y que podían conversar sobre ello durante un rato extendido mientras estaban juntos en una reunión de la clase.
Una sorpresa final para los niños llegó cuando el plomero instaló un fregadero en nuestro salón de clases al aire libre.
Reflexiónes de las maestras
Nos encantaba lo auténtico de la manera de que este proyecto iba emergiendo. Recordamos que nuestros equipos docentes no más observábamos la maravilla que sentían los niños aquel día por la fuente de agua, y que luego nos miramos y asentamos con la cabeza… “¡Esto sí que les interesa!”. El entusiasmo continuaba mientras notábamos que se hallaban tuberías en todas partes de nuestra escuela y luego investigamos el edificio para encontrar “hacedores de agua”. También teníamos con la muy buena fortuna de contar con conexiones a peritos en plomería que nos ayudaron a extender nuestro aprendizaje y a agregar artefactos a nuestro ambiente.
Los niños ansiaban expresarles a sus amigos lo que habían aprendido durante todo el proyecto. Después de que realizaran una encuesta o llevaran la cuenta de algo, se invitó a los niños a informar al grupo de sus hallazgos. Esto creaba unas oportunidades maravillosas de comunicación y con frecuencia solidificaba destrezas esenciales en las relaciones numéricas, la comunicación o la lectoescritura. La “casa de tubos” también les aportaba a los investigadores con todo nivel de habilidad una manera divertida de practicar diversas destrezas. Algunos niños llevaron a cabo la construcción, algunos resolvían problemas y otros extendían el diseño. Aún otros practicaban cosas que ya sabían hacer, como hacer caer objetos por tubos o cortar caños y cinta.
Para compartir con las familias nuestro Proyecto de Tubos, creamos dos carpetas, una para la clase de la mañana y otra para la clase de la tarde, con el fin de demostrar lo que se había aprendido. Las carpetas contenían muchas fotos y encuestas, muchos dibujos y trazados, muestras del lenguaje, cuentos del juego, investigación realizada con la ayuda de los peritos, y una lista de todas las cosas que nos preguntábamos sobre las tuberías de nuestros entornos.
Los libros de memorias del proyecto que hicimos para culminar nuestro aprendizaje del proyecto resultaron ser una manera eficaz de compartir la documentación con las familias. Estos libros se podían pasar de una casa a otra en una bolsa especial, y los niños podían contar eventos y conversar con sus familias sobre sus experiencias. El compartir los libros llevó el proyecto a un fin significante pero tranquilo, en contraste con un gran evento de celebración o una exhibición de la construcción.