Jacqueline Nepola
Segundo Grado
Escuela Primaria St. Matthew
Cedar Rapids (Iowa)
2020
El Proyecto de Votación se realizó durante octubre y noviembre de 2020 mientras muchos familiares de los niños participaban en conversaciones sobre la elección venidera. Veinticinco niños de segundo grado y su maestra participaron durante tres semanas en esta investigación sobre el significado de la votación y los procedimientos de la misma. El proyecto ocurrió a pesar de las dificultades presentadas por la pandemia de COVID-19. Por ejemplo, no se permitió que los expertos invitados entraran al salón de clases, ni fue posible que los estudiantes colaboraran con sus compañeros de clase ni grupos pequeños durante ratos largos.
Fase 1. El comienzo del proyecto
Las elecciones venideras de 2020 les interesaban a los estudiantes, y mencionaban con frecuencia los nombres de candidatos para puestos nacionales y locales. Dos familiares míos son trabajadores de los lugares de votación, así que yo sabía que tendría acceso a expertos invitados a quienes los niños podrían entrevistar. A causa del interés de los niños y los recursos con que yo contaba, decidí comenzar el proyecto en coordinación con una serie de lecciones sobre el gobierno que integra nuestro currículo regular de segundo grado. Al principio no estaba segura sobre qué podría ser el resultado final del proyecto. No obstante, esperaba que los estudiantes pudieran realizar algún tipo de elección. Aunque los estudiantes habían estudiado la rama ejecutiva del gobierno en la clase de estudios sociales, no habían recibido instrucción concreta sobre el proceso de llevar a cabo las elecciones.
El 29 de octubre, abrí el proyecto al pedir que los estudiantes hicieran una lluvia de ideas sobre lo que sabían del tema. Luego leímos Grace for President (traducción: Grace para presidenta) de Kelly DiPucchio y apuntamos lo aprendido. Escribí con un plumón rojo el conocimiento inicial de los niños en la forma de una red. También hicimos tarjetas de vocabulario para las palabras election, nominate y candidate (elección, nominar y candidato) el mismo día.
El día siguiente leímos Duck for President de Doreen Cronin y agregamos una tarjeta de vocabulario de la palabra ballot (papeleta o boleta). Sugerí a los estudiantes que podríamos hacer nuestra propia elección y pregunté que a quiénes podríamos nominar por candidatos. Los estudiantes sugirieron los nombres de maestros o compañeros de clase, pero descartamos esta posibilidad después de que yo les expliqué por qué los sentimientos podrían ser lastimados. Me interesaba que los niños no mencionaran hacer una elección de los candidatos reales. Sugerí que los niños nominaran a personajes de libros ya que serian candidatos que los estudiantes ya conocían. Los niños aceptaron hacerlo así y empezaron a anunciar con entusiasmo a quiénes querían nominar. Apuntaron en sus libretas los personajes que querían nominar y por qué (vea la Figura 1). El 2 de noviembre, apunté en tinta azul en nuestra red las preguntas de los estudiantes sobre la elección.
Fase 2. El desarrollo del proyecto
El 4 de noviembre, realizamos una videoconferencia en Zoom con dos trabajadores electorales, y los estudiantes les hicieron las preguntas que se habían escrito en azul en la red. Las respuestas a sus preguntas se grabaron en la red en tinta morada.
Luego, los estudiantes generaron una lista de las tareas que tendríamos que cumplir para que se pudiera realizar la elección (vea la Figura 2), y algunos estudiantes pidieron permiso para hacer ciertos trabajos. Algo importante que agregaron a la lista era “una cajita en que echar las papeletas para guardar los secretos”. El 6 de noviembre, traje al aula tres cajas para que los niños seleccionaran una. Escogieron una caja que era un poco más grande que una caja de zapatos. Determinaron que primero debían cerrar la caja con cinta. Luego dos estudiantes dibujaron un rectángulo en la caja para señalarme dónde querían que hiciera un agujero en la misma. Cuando ya se había hecho el agujero, conversaron sobre si era lo suficientemente grande y pusieron a prueba su teoría al doblar una hoja de papel y meterla por el hueco.
Mientras algunos estudiantes preparaban la caja para la votación, dos otros circularon por el salón de clases con hojitas de papel y pidieron que sus compañeros apuntaran el nombre del personaje literario que querían nominar. Iban desarrollando una lista, y un estudiante señaló que alguien ya había apuntado su personaje, así que no más escribiría una marca de conteo. Otros estudiantes hicieron lo mismo.
Los estudiantes también decidieron que había que decorar la caja de papeletas. Había muchas conversaciones animadas sobre quién sería el que dibujara en la caja para decorarla. Les pregunté si sería posible que todos contribuyeran de algún modo. Primero sugirieron la idea de dejar que todos tuvieran la caja uno tras otro, pero les recordé que eso no era posible a causa de los requisitos de distanciamiento social. Como alternativo, sugerí que cada uno dibujara algo que podría fijarse a la caja y repartí una ficha a cada uno para decorarla. Los niños decidieron fijarlas con cinta en lugar de pegamento, y a causa de esto surgió el problema de que los dibujos se caían de la caja toda la semana.
El mismo día, se nominó a una estudiante para que creara una lista de votación al apuntar los nombres de todos los candidatos. Ella decidió utilizar la mitad de una hoja de papel ya que “los papeles pequeños entran más fácilmente en la caja”.
Para el 6 de noviembre, ya les preocupaba a algunos estudiantes que cada niño no más daría su voto por el candidato que él o ella misma había nominado. Pregunté a los estudiantes quiénes deberían tener permiso para votar en nuestra elección. Entonces surgió una conversación en que los estudiantes debatían si se debía permitir que todos los niños de la escuela dieran votos. Algunos pusieron reparos ya que no todos los niños, por ejemplo los de kindergarten, sabrían quiénes eran los personajes. Luego pregunté a los estudiantes quiénes sí conocerían los personajes. Ellos decidieron que los estudiantes de tercer grado los conocerían porque “la Sra. Nepola fue su maestra el año pasado, entonces conocerán los libros”. Les pregunté cómo los estudiantes pudieran persuadir a otros para que votaran para sus candidatos. Muchos niños sugirieron hacer letreros, así que algunos se pusieron a hacerlos para sus candidatos. Un estudiante tuvo la idea de fijar el letrero de su campaña a su armario en el pasillo, y otros hicieron lo mismo (vea la Figura 3).
El 9 de noviembre, los estudiantes decidieron que deberíamos hacer insignias que decían “¡Yo voté!” para los estudiantes de tercer grado. Pidieron más fichas y las cortaron en dos para hacer las insignias. Se escogió a cuatro estudiantes para entregar las papeletas y la caja de votación a los niños de tercer grado.
El 10 de noviembre, yo repartí las papeletas a los estudiantes. Era interesante que algunos levantaran carpetas en sus mesas para privacidad antes de escribir sus votos. Yo había laminado las insignias de “¡Yo voté!”, y después de que cada estudiante votara, le di una. Los estudiantes pidieron cinta para fijarlas a sus camisas o blusas, o algunos, a la cabeza.
Consulté a los maestros de tercer grado, y acordamos una hora para que sus estudiantes votaran. Grupos de dos estudiantes entregaron las papeletas a cada aula. Les explicaron a los niños de tercer grado que había que llenar un círculo al lado del nombre del personaje que querían elegir y que votaran por un solo candidato. Cuando los niños de tercer grado ya habían utilizado sus papeletas para votar, mis estudiantes de segundo les dieron a las maestras de tercer grado las insignias “¡Yo voté!” para distribuirlas y luego volvieron a nuestro salón de clase.
Fase 3. La conclusión del proyecto
El 11 de noviembre conversamos sobre cómo contar las papeletas. Todos los estudiantes querían participar. Un niño ideó la estrategia de repartirlas a cada estudiante para que pudieran “poner en un montón todos los votos por una persona”. Repartí puñados de votos a más o menos la mitad de los estudiantes, quienes luego los clasificaron según el personaje. La otra mitad de la clase luego hizo la cuenta de cada voto y algunos apuntaron el número de votos en el pizarrón electrónico.
Los personajes Piggy y Gerald ganaron la elección, y se escogió a dos más pares de estudiantes para que fueran “reporteros” e informaran a las clases de tercer grado de los resultados de la elección. Antes de que fueran a las aulas, un compañero de clase apuntó la cuenta de votos para ellos “por si acaso los niños de tercer grado pregunten cuántos votos tuvieron” (vea la Figura 5).
La red final (vea la Figura 6) indica el crecimiento en el aprendizaje de los estudiantes sobre el proceso de votar. Las palabras escritas en rojo representan lo que sabían al comienzo del proyecto y lo escrito en anaranjado indica lo que sabían después de la lectura de Grace for President. Las preguntas de los niños se apuntaron en azul, y en morado, lo que habían aprendido después de hablar con los expertos invitados.
Reflexión de la maestra
A mi parecer, lo más dificultoso en la implementación del Método de Proyectos fue la documentación. Como era la única maestra de la clase y ya que múltiples facetas del proyecto se realizaban simultáneamente, con frecuencia perdí la oportunidad de tomar fotos o escuchar lo que los estudiantes estaban diciendo. Con frecuencia hice apuntes o escribí las palabras exactas de los niños en mis planes de lecciones justo después de darlas. Luego las copiaba en un cuaderno para guardarlo todo en un solo lugar.
Otra dificultad que encontré fue la de no aferrarme al control. En el futuro, dejaré que los estudiantes escriban más en la red de la clase y las tarjetas de vocabulario. Sin las limitaciones con que nos encontramos a causa de las restricciones por la pandemia, tengo entusiasmo por reunir a mi clase en la alfombra y guardar estas cosas en lugares más fáciles de alcanzar para los estudiantes.
Fue emocionante ver la participación de mis estudiantes en este proyecto. Fue un placer darles una voz y opciones en su experiencia de aprender. Los estudiantes claramente estaban entusiasmados y deseaban fomentar el éxito del proyecto. Cada día preguntaban si trabajaríamos en el proyecto aquel día.
Los niños demostraron tener una buena comprensión del vocabulario que se les enseñaba y podían explicarlos con sus propias palabras en vez de no más repetir una definición que se habían aprendido. También los utilizaban en forma regular al conversar entre sí. Esto me reveló que entendían de verdad las palabras y lo que representaban.
Durante los días difíciles del COVID-19, cuando las oportunidades de colaboración con compañeros de clase y grupos escaseaban, fue excelente lograr que los estudiantes pudieran tener la oportunidad de relacionarse unos con otros de forma significativa. Aunque los estudiantes tenían que quedarse en sus asientos la mayoría del tiempo y trabajar individualmente en algunas partes del proyecto, la interacción social y la colaboración aportaron un beneficio enorme para la salud emocional de los estudiantes.