La intimidación lastima a más personas que el niño intimidado. También es dañina para los niños que la presencian y los niños que intimidan. Los niños tienen el derecho de sentirse seguros; y los adultos tienen la responsabilidad de proveerles un ambiente seguro.
La intimidación es más que unas burlas.
Los comportamientos de intimidación incluyen las acciones dañinas y ataques físicos que se dirigen repetidas veces a un niño sin provocación. También pueden incluir las amenazas repetidas, el habla perjudicial o el aislamiento deliberado del grupo. Los niños aprenden a intimidar cuando observen este comportamiento en otros. Tal vez lo encuentren en casa, en la escuela, en los medios de entretenimiento o en el barrio. El comportamiento de intimidación se refuerza cuando otras personas le prestan atención o reaccionan con miedo.
Los niños intimidados necesitan ser ayudados, no culpados.
Frecuentemente no se halla ningún motivo obvio por el que se intimide a cierto niño en particular. Los niños que son víctimas de la intimidación tal vez sean percibidos como diferentes de alguna manera, sean recién llegados al grupo o se porten de maneras más pasivas o temerosas que otros niños del grupo. Cuando un niño es intimidado, los adultos pueden ayudarlo al enseñarle a quedarse tranquilo y a decir directamente: “¡Deja de hacer eso! ¡Eso no me gusta!” Anime al niño a que pida la ayuda de un adulto cuando la necesita.
Los niños que contemplan la intimidación pueden ayudar.
Los niños que están cerca, frecuentemente se sienten incómodos al ver que se intimida a otro niño. Muchos niños no hacen nada para poner fin a la intimidación. Tal vez hasta imiten al niño que intimida, para evitar convertirse en víctimas ellos mismos. Los adultos pueden ayudar al persuadir a los niños para que se hagan “héroes” y defiendan a otros o informen a un padre, madre o maestro sobre la intimidación. La investigación demuestra que la mayoría de los casos de intimidación se acaban cuando los niños que están cerca defienden a la víctima.
Los niños que intimidan necesitan ayuda también.
Si los niños aprenden a controlar a otros por medio de la intimidación, en muchos casos continúan este comportamiento cuando son adultos. Es menos probable entonces que puedan aprender las habilidades necesarias para entablar y mantener relaciones positivas. Los adultos pueden ayudarlos al enseñarles maneras aceptables de tener un sentido de control y de relacionarse con otros.
Los adultos pueden ayudar a acabar con la intimidación.
Los adultos pueden asumir la responsabilidad de proveer a los niños pequeños un ambiente seguro al utilizar las siguientes estrategias:
- Presentar un modelo de cómo tratar a otros con respeto.
- Proteger al niño que ha sido intimidado cuando se presencia o se informa de un caso de intimidación.
- No tolerar las acciones o palabras que lastimen a otros.
- Conseguir la participación de los niños y desarrollar un conjunto de reglas para la conducta que conlleven consecuencias para el tratamiento inaceptable de otros niños.
- Compartir libros con los niños sobre la cooperación, la empatía y las maneras de lidiar con la intimidación.
- Utilizar la actuación de papeles para animar la empatía.
- Aprovechar el trabajo cooperativo, tal como el Método de Enseñanza por Proyectos, y juegos que no incluyan la competición, para fomentar las relaciones positivas.