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Estás bienvenido aquí. Cómo hablar en forma inclusiva en programas para la primera infancia

Fecha de publicación original:

teacher in classroom with children

Todo niño tiene el derecho a sentirse respetado, bienvenido y conectado con la vida de su clase. Éstos son los elementos fundamentales de una percepción de integrar el grupo. No hay ningún niño que se desarrolle bien mientras se siente excluido o pasado por alto.

Las palabras que utilizamos en nuestros programas y nuestras aulas pueden impactar profundamente en la percepción de un niño que integra nuestro grupo. Hasta nuestros comentarios más casuales pueden darles la bienvenida en nuestra comunidad… o crear barreras para su integración.

En la presente entrada se analizan algunas cosas que podemos hacer para hablar de una manera inclusiva al trabajar con niños preescolares.

Acertemos sus nombres

No olvidaré nunca el momento que una niña me demostró lo importante de esto. Una de nuestras familias multilingües hablaba inglés claramente y con acento, pero de alguna manera escuché mal el nombre de su hija de 4 años y lo decía incorrectamente durante varias semanas. En las citas para padres y maestros en noviembre, por fin me di cuenta de mi error. “Lo siento”, le dije. “Todo este tiempo estaba diciendo tu nombre incorrectamente”. La niña apartó la vista, frunció mucho el ceño y prorrumpió a decir, “¡Es que… usted… no SABE!” Obviamente trataba de evitar llorar. Todo aquel tiempo, la madre de la niña la iba instando a tener paciencia conmigo porque yo no sabía. Para una niña preescolar, era una gran carga que soportar.

Los familiares adultos, quienes a veces están tratando de aprender un segundo o tercer idioma, pueden tener algo de paciencia con nosotros mientras aprendemos a decir sus nombres. Pero el nombre de un niño o niña, dicho como él o ella quieren que lo digamos, es su identidad. Si no acertamos con esto, no será buen comienzo para ayudarlos a sentirse incluidos.

No es necesario preguntar a un niño, “¿Puedo llamarte [otro nombre] en lugar de eso?” Aun si dice que está bien, no lo es. Cualquier niño tendrá problemas para sentirse que integra el grupo en un lugar donde los adultos no lo llaman por su nombre.

Dejemos de usar algunas palabras informales

Las palabras como loco y psicótico parecen formar parte del habla actual de todos los días. Pero en nuestras aulas, nunca es buena idea describir las situaciones comunes con jerga relacionada con las condiciones o discapacidades físicas o mentales. Con frecuencia el que habla así quiere usar un sentido del humor, como por ejemplo, “Hoy ese triciclo se puso loco”. Pero los términos tienden a llevar sentimientos o juicios negativos.

Si un niño o uno de sus familiares tienen en realidad una discapacidad o una enfermedad mental, escuchar que tales palabras se utilicen así es una barrera para sentirse incluido. Otros niños pueden percatarse de las actitudes negativas, y esto puede impedir que vean la humanidad plena de los compañeros de clase y otros que tienen discapacidades. Entonces, si un triciclo se tambalea porque tiene un eje descompuesto, no más podemos decir esto. Si no nos gusta una situación, podemos decir, “Verdad que esto no me gusta”.

Nos refiramos a todo el grupo con lenguaje inclusivo

Durante mis primeros años de dar clases, tenía que esforzarme mucho para formar el hábito de llamar la atención del grupo con palabras como “clase”, “todos” o “niños”. Utilizar frases como “niños y niñas” en realidad hace resaltar las diferencias en un momento que el objetivo es dirigirse a la clase como una unidad. Y un niño o niña que tiene preguntas sobre su identidad de género puede sentirse aislado y frustrado al escuchar continuamente que los maestros distinguen los géneros así.

En algunos programas, las clases tienen nombres que se pueden tomar por identificadores del grupo. “Estamos en el Aula Girasol. Entonces cuando digo “Clase Girasol”, esto significa “todos ustedes a la vez”.”

Las frases como “todos nosotros” o “todos y cada uno” también pueden mejorar la percepción de los niños de que integran el grupo.  

Respetemos las diferencias en las familias

Es importante que nos expresemos de maneras que respetan e incluyen la situación o estructura familiar de cualquier niño.

Si un programa tiene una tradición como “Desayuno con papá” o “Noche de las mamás en la escuela”, los niños que no tienen uno de estos padres o que no viven con sus padres probablemente se sentirán excluidos, aun si el maestro les dice que pueden invitar a otro familiar. Para tratar este problema, los programas pueden dar nombres neutrales a los eventos para familiares y amigos, como “Noche de los adultos allegados” o “Panquecitos con tu preescolar”.

El Día del Padre y el Día de la Madre son tradiciones que la sociedad ha creado para dar aprecio a personas específicas. Cuando se hace en un programa para niños pequeños una actividad de hacer regalos o tarjetas para los padres, los niños que no tienen contacto con sus padres pueden sentirse perdidos. En lugar de esto, algunos programas planean actividades de aprecio más universales, como las de hacer regalos para cualquier adulto o familiar importante en la vida de un niño.

Todos también debemos de tener presente que algunos niños no “vuelven a casa”. Puede ser que se alojan en un albergue para víctimas de la violencia doméstica o algún otro arreglo de vivienda temporal que no se siente como el hogar para nada. El habla frecuente sobre volver al hogar puede recordarles que no tienen un hogar al que pueden volver y que tienen que volver a lo que podría ser una situación infeliz, incómoda o hasta poco segura.

Es posible utilizar palabras que incluyen sutilmente a todos los niños: “Clase Girasol, abran las mochilas por favor. Metan la tarjeta de color rosa que han decorado. Muéstrenla a sus adultos cuando los vean hoy. Queremos que sepan que ¡esa es su invitación a nuestro evento de Donuts en la Escuela!”

Para los educadores, puede ser un desafío incorporar un lenguaje más inclusivo. Pero si esto ayuda a los niños a sentir que el preescolar es un lugar donde integran el grupo, vale la inversión de tiempo y energía.

Jean Mendoza

Jean Mendoza

Jean Mendoza tiene un doctorado en currículo e instrucción y una maestría en educación infantil de de la Universidad de Illinois, y una maestría de artes en psicología de consejería de la Universidad Adler de Chicago. Fue profesora de formación docente de educación infantil en la Universidad Millikin, y trabajó por más de 25 años como maestra, trabajadora social y consejera. Colaboró recientemente con la Profesora Debbie Reese en una adaptación para lectores jóvenes de An Indigenous Peoples’ History of the United States, escrito por Roxanne Dunbar-Ortiz. Desde hace mucho tiempo la Profesora Mendoza se interesa en la literatura infantil, lo que se ve reflejado en sus repasos de libros para niños como los que aparecen en el libro A Broken Flute y en el blog American Indians in Children’s Literature. Jean y su difunto esposo Durango tienen cuatro hijos, ya adultos, y seis nietos. Ella vive en Urbana (Illinois).

Sobre este recurso

Este recurso va dirigido a:
  • Centro de cuidado infantil
  • Programa preescolar

Tipo de programa al que el artículo va destinado:
  • Profesores e instructores

Edad de los niños sobre los que trata el artículo:
Revisado: 2024